Caníbal (2013)


Título: Caníbal
Dirección: Manuel Martín Cuenca
Sinopsis: Carlos es el sastre más prestigioso de Granada. Un hombre respetable. Sus pasiones son el trabajo y sobre todo la comida, pero no come cualquier cosa: se alimenta de mujeres desconocidas, con las que no tiene ningún vínculo emocional. Esa situación cambia el día en que conoce a Nina, una joven rumana que busca desesperadamente a su hermana gemela, que ha desaparecido hace unos días.
Más detalles: Ficha en IMDb

Caníbal es una película que, definitivamente, no llegó nunca a las salas de cine de mi amado pueblo, y fue más una casualidad el haberla encontrado, sin antecedentes ni expectativas, solo una tarde libre. 

A medida que los minutos transcurrían, me di cuenta del porqué no fue anunciada con biombos (que sea específicamente española no tuvo nada que ver, aunque en general lo que no es gringo, no suele llamar mucho la atención en cines comerciales); con una entrada silenciosa y un seguimiento tranquilo, definitivamente, no pude evitar sentir fascinación por esta historia. 

Lo primero que llamó mi atención, fue el sonido. Es decir, tiene una cantidad limitada de diálogos, pero no podría definirse precisamente como silencio, creo que aquí está mi punto favorito, la gente parlanchina que al final no dice nada me molesta. 

Creo que al final, como en la vida misma, un buen guionista debería saber cuándo hay que decir algo, y cuándo solo dejar que las cosas sucedan. 

Pasemos a la historia. 

Al escuchar en la palabra “caníbal”, uno piensa en sangre, como mínimo, gente deforme, incestuosa y ermitaña, gritos, caos y cosas desagradables, no obstante, se trata de una película tan… limpia, no se me ocurre otra palabra. 

Francamente, me gustó mucho, pero me es difícil explicar por qué, porque en esencia, se está hablando de dos cosas tabú, legalmente prohibidas y moralmente condenadas: el homicidio y el canibalismo. 

Realmente no quiero comparar a Carlos con el Dr. Lecter, porque este personaje es icónico, pero por lo mismo es un excelente punto de partida. 

Es decir, el doctor es refinado, y hasta se procura el maridaje para sus platillos, habla con fluidez de prácticamente cualquier tema, es como si fuera inalcanzable para el hijo de vecino promedio e incluso cuando empieza a salpicar la sangre, jamás te pasa por la cabeza La masacre de Texas. 

Estamos acostumbrados a los polos opuestos respecto a caníbales. Por una parte, los que son festival al gore y la repulsión, y por otra, los sofisticados y carismáticos. 

Carlos es tímido, casi torpe en su forma de relacionarse con otros, carece de cualquier carisma que, por lo menos se compensa con modales adecuados y su dedicación al trabajo. Tampoco es el otro estereotipo medio extraño que los vecinos califican como “tipo raro”, es difícil definir porque tampoco es “invisible”. La gente sabe quién es, sabe que no es el alma de la fiesta, pero su compañía no causa rechazo, un tipo normal con inclinación a lo respetable, sin ser destacable. 

Cuando viene el momento cúspide, en que revela su secreto a la mujer por la que siente una atracción diferente a las otras que se han convertido en su cena, de verdad que uno desea que se salga con la suya, que nadie lo detenga para que continúe formando parte del mundo y no quede olvidado en alguna prisión. Por eso me resultó tan satisfactorio el final con la procesión, con la que todo el pueblo admira su trabajo. 

La película se basa en un relato del escritor cubano Humberto Arenal, que se llama Caríbal (con r), y fue publicado en 1997.
Solo he leído reseñas, porque no he encontrado el libro, pero con eso basta para darse cuenta de que la película es más bien una adaptación libre.

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